Se liaron a destruir como locos. Derribaron casas antiguas, edificios estropeados por el tiempo… Su mejor opción fue barrer y empezar de cero, sin reciclar. Ahora las ciudades forman un mosaico de diferentes tipos de arquitectura, formas y colores. Décadas de grúas y obras. De casas nuevas y chalets adosados. No se aprovecharon ni los cimientos, ni las vigas, ni siquiera el diseño. Vemos en España ciudades llenas de rascacielos marrones, con toldos verdes para el verano, rejillas en las ventanas; en los pueblos casas bajas cada una a su antojo. Olvidando de dónde vienen, como queriendo olvidar.
Años de obras en las calles, de mejora en las carreteras, plazas y parques. De menos verde y más cemento. Glorietas vistosas, árboles jóvenes y poca sombra que no sea la de los balcones. Destrucción e implantación. Así es como hemos venido saliendo de un turbulento siglo XX. ¿No se dan cuenta de que el reciclaje – además de más estético – sale a largo plazo mucho más barato?
Me gusta que París sea una metrópoli de edificios antiguos reformados. Con sus tejados de zinc y pizarra, con sus transformaciones a lo largo de los años según las necesidades del ciudadano. Estudios de menos de 15 m2 para las personas que viven solas, que son casi la mitad. Eso permite que el parisino haga más vida afuera, en la calle. Caminos adoquinados, parques y árboles como principio esencial. Pequeños cafés ensombrecidos tras sus fachadas de colores cálidos. Brasseries y fruterías… Mucho turismo, poco queda del romántico París bohemio de hace un siglo salvo lo que cada cual quiera acordarse o intentar revivir. Al menos nos queda la esencia en cada esquina.
Ayer visité una exposición en el centro 104, de la rue Aubervilliers en el XIXmme sobre la edificación en España en los últimos años. Cómo se ha ignorado directamente la idea del reciclaje de edificios aunque sean emblemáticos -véase algunos grandes teatros del centro de Madrid-, por la construcción y la obra nueva. En esa exposición aparecían algunos edificios históricos que han desaparecido e ideas que unas nuevas promotoras están poniendo en marcha para ésto precisamente, no perder raíces, sino aprovecharlas.